La 47ª edición de la Copa Elbio Barabino, disputada el pasado fin de semana en el Cantegril Country Club (CCC), dejó en evidencia una organización caótica y decisiones que ponen en entredicho la seriedad del golf uruguayo.
Errores groseros, falta de criterio y una definición insólita marcaron un torneo que debería ser un ejemplo de profesionalismo.
Este torneo, pactado a 54 hoyos bajo la modalidad singles medal play, es parte del World Amateur Golf Ranking (WAGR) y del Ranking Nacional de la Asociación Uruguaya de Golf (AUG).
Sin embargo, su desenlace resultó insólito y vergonzoso.
En la categoría masculina, el argentino Tomás Giardani se coronó campeón con 215 golpes, 2 sobre par, rondas de 71, 75 y 69 impactos, el mismo score que el uruguayo Miguel Reyes (72+70+73).
Según el reglamento de competencia, el título debía definirse mediante un desempate a tres hoyos: el par 5 del 16, el par 3 del 17 y el par 4 del 18.
Sin embargo, Reyes nunca se presentó a disputarlo.
La razón es simple y preocupante: Reyes había terminado su ronda seis horas antes de conocerse el empate, una situación totalmente irregular en un torneo de este nivel.
El podio lo completó Agustín Tarigo con 216 golpes (76+71+69).
En la rama femenina, Carolina Mailhos dominó el torneo de principio a fin, imponiéndose con 227 golpes (73+78+76).
Milagros Giordani fue segunda con 233 golpes (76+75+82), mientras que Ana Evora finalizó tercera con 234 impactos (79+72+83).
Lejos de mantener su carácter competitivo, el Cantegril Country Club optó por transformar la copa Elbio Barabino en un simple torneo social de verano, desvirtuando la esencia de la competencia.
La falta de salidas por posición es una muestra más de la negligencia organizativa y la ausencia de criterio deportivo.
Miguel Reyes, uno de los mejores golfistas uruguayos, manifestó su indignación de manera contundente en diálogo con BUEN GOLF TOUR – El portal de noticias sobre Golf de Uruguay y el mundo : “Este es uno de los torneos más prestigiosos del país y otorga puntos para el WAGR. No lo jugué el año pasado y este año hice un enorme esfuerzo para poder participar” nos expresó el jugador que ocupa la posición 310 en el WAGR.
“Cuando recibí el llamado para jugar el desempate, no lo podía creer. No es justo ni para el otro jugador ni para mí”.
Reyes explicó que había solicitado jugar el viernes de mañana por compromisos laborales y que, al llamar el sábado por la noche para conocer su horario del domingo, le indicaron que sería a las 7:30 con los mismos jugadores del día anterior.
“Pensé que jugaría luego del mediodía, como se estila en torneos de este nivel, pero hice el esfuerzo y me presenté en el horario establecido por la organización”.
“Tanto el club como la AUG informaron que los horarios del viernes eran libres (cualquiera puede anotarse en cualquier horario), entonces ejercí esa opción como otros jugadores que disputaron este torneo”.
“Lo quiero dejar bien claro, no solicité ningún horario especial para el día sábado o domingo”, sentenció Miguel Reyes.
El capitán del Cantegril Country Club, Andrés Martínez Vivot, reconoció la falta de criterio en la organización del torneo: “Fue un error absoluto nuestro. El error fundamental fue no haber hecho hoy (domingo) las salidas por posiciones en la categoría scratch”.
Según Martínez Vivot, la secretaría deportiva del club interpretó que Reyes quería jugar todas sus rondas en el mismo horario, lo que derivó en el caos organizativo.
“En general uno tiene que estar armando cosas para ellos, jugar el viernes a una hora, el sábado a tal otra… Uno tiene que estar haciendo y armando cosas, exclusivamente para un poco la malcrianza de ellos. De repente surgió un malentendido y este es el resultado” concluyó el capitán del CCC.
Evidentemente, las versiones de Reyes y el Cantegril Country Club no coinciden.
Más grave aún fue la presencia de dirigentes de la Asociación Uruguaya de Golf durante el evento sin que nadie tomara cartas en el asunto.
Cabe señalar que en este torneo participó Víctor García Paullier, secretario de la Asociación Uruguaya de Golf.
También Marcelo Esmoris, vocal de la AUG estuvo presente en Cantegril en la última jornada.
Además, dentro de la estructura de la Asociación existe la figura del “director de competencias”, un cargo rentado que, al parecer, tampoco cumplió con su función.
Ninguno de las tres “autoridades” del golf uruguayo no hicieron nada para corregir el desorden organizativo.
Una vez más, un torneo en Uruguay puntuable para el WAGR y el Ranking Nacional se ve envuelto en situaciones insólitas y sospechosas.
¿Así se pretende desarrollar el golf en Uruguay? La respuesta es clara: no.
Con una gestión profesional y seria, estos errores básicos no ocurrirían.
La Asociación Uruguaya de Golf, que debería velar por la integridad y el crecimiento del golf en el país, vuelve a quedar expuesta por la ineficacia de las instituciones que la componen, instituciones que, irónicamente, son las dueñas del deporte en Uruguay.
Mientras tanto, los jugadores siguen siendo los principales perjudicados.