Termina una semana intensa donde en toda Latinoamérica se habló de los hechos que sucedieron en el Campeonato Nacional de Profesionales, organizado por la PGA Uruguay y el Club de Golf del Uruguay, donde el deporte ha quedado envuelto en una mancha de deshonra que compromete la credibilidad.
Lo que debería haber sido una celebración de talento y excelencia deportiva, terminó revelando la cara más vergonzosa del golf uruguayo: la trampa descarada.
Si se creía que solo se trataba de un jugador que hizo trampa el fin de semana pasado, tristemente ante contundentes evidencias, también se comprobó a otro jugador.
Otra vez las cámaras que están puestas en el Club de Golf del Uruguay mostraron y reflejaron el accionar de un segundo jugador haciendo trampa.
Estos hechos no son aislados en el golf uruguayo, hace ya varios años que el golf comenzó a transformarse, pero no por su progreso, sino por la creciente frecuencia de trampas que las autoridades y/o clubes no han sabido o querido o podido enfrentar las distintas situaciones con seriedad.
Las sanciones de hacer trampa comenzaron siendo leves, familias que justifican y se ofenden cuando sus hijos hacen trampa, los clubes que protegen y esconden los hechos, juicios civiles, abogados justificando las situaciones de trampa, sanciones impuestas que rayan lo absurdo por parte de las autoridades, cuestionamientos a quienes denuncian, aprietes a los que tienen la valentía de denunciar, ex dirigentes del golf uruguayo en cargos importantes que también fueron descubiertos haciendo trampa, ex funcionario del gobierno uruguayo con un alto cargo jerárquico, también haciendo trampa, un doctor grados 5 en Medicina, más de lo mismo, hizo trampa.
También recordar que un empresario que auspicia distintos torneos y además a varios clubes ha hecho reiteradas trampas y los competidores además de las autoridades hicieron la vista gorda mientras anotaba varios golpes de menos de los que hace, todo por unos cuantos premios y sorteos.
Y así se podría seguir, dando nombres, pero que no aporta en nada, los golfistas ya saben quienes son y simplemente todos los que han hecho trampas, tuvieron siempre a cómplices en el poder de turno del golf uruguayo.
Lamentablemente ese poder “de turno” en vez de asumir las responsabilidades, culpaban a este medio de prensa por informar estas situaciones que fueron verídicas y comprobadas.
Informar la verdad trajo consecuencias como amenazas de todo tipo, intentos de agresiones y hasta un juicio civil.
Este medio seguirá cumpliendo con su labor informativa, exponiendo las irregularidades y defendiendo los valores del juego limpio, sin importar las represalias.
La verdad, aunque incómoda para algunos, debe prevalecer si se quiere preservar la esencia del deporte.
El verdadero desafío ahora recae en las instituciones encargadas de velar por la integridad del golf.
El deporte ha sido traicionado y el daño a su reputación es muy profundo.
Pero lo que está en juego no es solo la imagen del golf, sino la esencia misma de la competencia justa.
No es momento para ser tibios, es el momento ideal de empezar a tomar decisiones serias para cambiar el rumbo del golf uruguayo.
Si las instituciones no responden con la contundencia necesaria, el mensaje será claro: el golf uruguayo seguirá en manos de quienes lo deshonran.
Por eso, hacemos un llamado a la unidad de la comunidad golfística.
Es momento de que todos, desde jugadores hasta dirigentes y aficionados, se unan en la lucha por la integridad del deporte.
Solo juntos podremos enfrentar esta crisis y restaurar el honor del golf uruguayo.
La camaradería y la acción colectiva son esenciales para asegurar que el futuro del golf se construya sobre los valores de la honestidad y el respeto.
Esta amarga circunstancia que atraviesa el golf uruguayo, puede mostrarnos lo mejor o lo peor, eso está en nuestras manos, en la de todos.
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